Se ve que Tom Cruise y Joseph Kosinski hicieron buenas migas durante el rodaje de ‘Oblivion‘ (2013), ya que bien poco han tardado en volver a trabajar juntos, pues acaba de confirmarse que el primero va a protagonizar ‘Go Like Hell‘ a las órdenes del director de ‘TRON: Legacy‘ (2010). Además, podría no ser el único reencuentro profesional para Cruise, pues están tanteando la posibilidad de que Brad Pitt, con quien ya protagonizó ‘Entrevista con el vampiro‘ (‘Interview with the Vampire: The Vampire Chronicles’, Neil Jordan, 1994), también se una al reparto de la película.
De hecho, ya sonó el nombre de Pitt cuando ‘Go Like Hell’ era un proyecto que Michael Mannbarajaba dirigir y eso seguro que juega a favor de la posibilidad de que acabe uniéndose. ‘Go Like Hell’ toma como base un libro escrito por A. J. Baime que gira alrededor de la competición que surgió entre Ford y Ferrari que alcanzó su punto álgido durante la carrera de las 24 horas de Le Mans de 1966.
Ya está confirmado que Cruise dará vida a Carroll Shelby, un diseñador de coches que colaboró estrechamente con Ford durante esa época, y también que el guión correrá a cargo de Jez y John-Henry Butterworth, quienes ya han escrito para el protagonista de ‘Jack Reacher‘ (Christopher McQuarrie, 2012) el guión de la prometedora ‘Al filo del mañana‘ (‘Edge of Tomorrow’, Doug Liman, 2014).
Gusten más o menos las diferentes propuestas individuales, el cine de animación ha emprendido durante los últimos años una campaña en busca del mayor realismo posible, ya sea para terminar de conseguir el punto justo en el que sea irrelevante que el protagonista de todo lo que suceda sea un animal, por el perfeccionamiento de las técnicas de animación o por las características de las historias que se nos quieren contar. La idea de los dibujos animados como el campo perfecto para estirar más allá de lo humanamente posible lo que nos quiere contar con hilarantes consecuencias es algo que, por desgracia, parece haber pasado de moda en el cine.
El estreno de ‘Lluvia de albóndigas’ (‘Cloudy with a chance of Meatballs’, Phil Lord y Chris Miller, 2009) nos demostró que seguía existiendo el talento para crear cintas más anárquicas, exageradas y, sobre todo, libres que no necesitan un gran desarrollo argumental para conseguir que el espectador disfrutase de una forma que ya casi ni recordaba que podía hacerse. No las tenía todas conmigo en lo referente a su secuela, ya que la principal aportación de Phil Lord y Chris Miller, principales responsables del interés de la primera entrega, se reducía a su colaboración en la creación de la premisa argumental, pero el resultado ha sido bastante satisfactorio.
’Lluvia de albóndigas 2’, una secuela que merece la pena
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Uno de los aspectos que más dudas me despertaba hacia ‘Lluvia de albóndigas 2’ (‘Cloudy with a chance of Meatballs 2’, 2013) era la inexperiencia de sus dos directores, pues estamos ante el primer largometraje de Kris Pearn y el segundo de Cody Cameron, aunque quizá fuese más feliz si hiciera como si ‘Colegas en el bosque 3’ (‘Open Season 3’, 2010) jamás hubiera existido. La reducción presupuestaria –-se pasa de 100 millones a 78—- también apuntaba a un posible intento de Sony por hacer algo más convencional que pudiera conectar con un público más amplio –-la primera entrega “apenas” recaudó 243 millones—. Muchas dudas.
Por suerte, nuestros temores han acabado siendo infundados, ya que estamos ante una continuación directa –-la acción arranca justo tras el final de ‘Lluvia de albóndigas— que conecta perfectamente con el espíritu de la primera entrega –-la misión ahora es localizar la máquina de la primera entrega que no fue completamente destruida y ahora está creando criaturas que mezclan alimentos y seres del reino animal—, amplía su universo y tiene suficiente personalidad propia, por lo que resulta imposible acusarla de ser más de lo mismo. Eso sí, también está claramente por debajo de su predecesora.
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Lo primero que hay que tener claro es que ‘Lluvia de albóndigas’ tiene una trama más convencional, ya que se introduce a un villano claro y una línea argumental que hemos visto en infinidad de ocasiones y que presente pocas sorpresas dignas de ser reseñadas. Este es el principal enemigo de una película que por lo demás sabe ofrecernos varios momentos de genial locura –-el padre de Flint de pesca con unos curiosos compañeros—, unos ingeniosos diseños a caballo entre lo adorable –-la fresa de la que se encariña Sam— y lo fascinante, tanto por su apariencia, como por lo acertado del cruce del que surgen.
Además, todo está encaminado a mantener la frescura visual de la primera entrega, pero también de sus personajes a nivel dramático –-aunque quede un poco raro usar esa palabra en una cinta como ‘Lluvia de albóndigas 2’—, pues mantienen sus constantes vitales –-algunas decisiones de los personajes pueden gustar más o menos, pero siempre cuadran con su personalidad— sin caer en la hueca repetición y manteniendo su chispa característica, aunque puede que en algunos casos se abuse ligeramente de ella –-el personaje de Brent tampoco da mucho más de sí, la verdad—.
El eterno problema del doblaje
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Soy consciente de que hay muchas personas que restan importancia al trabajo de los actores que ponen su voz en la versión original, algo comprensible en lo referente a su influencia comercial –-me resulta un tanto absurdo tenerlo en cuenta para la selección de los actores más taquilleros, la verdad—, pero que desde el punto de vista artístico es esencial. La primera parte era buena prueba de ello, ya que pocos decisiones más ridículas recuerdo como el haber contratado a Flipy para doblar al protagonista en su versión española, algo que no estuvo lejos de poder cargarse la película para quienes la vieran asi.
Eso no vuelve a suceder en esta segunda entrega, pero sí que hay otros fichajes que me convencieron de la necesidad de ver ‘Lluvia de albóndigas 2’ en versión original o simplemente no hacerlo hasta que tuviera esa oportunidad, ya que nombres como Bill Hader, Will Forte –-impagable dando voz a un excéntrico científico inspirado, entre otros, en Steve Jobs—, Andy Samberg o Kristen Schaal –-maravilloso también su trabajo vocal en las televisivas ‘Gravity Falls’ (Varios, 2012-En emisión) y ‘Bob’s Burgers’ (Varios, 2011-En emisión)— puede que no digan gran cosa a algunos, pero su talento cómico es difícilmente replicable si son doblados, y más aún si se opta por una vergonzosa españolización con cosas como ésta. Por suerte, pude verla disfrutando del doblaje original y os animo a todos a hacerlo así o de lo contrario ya sabéis a lo que os exponéis.
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En definitiva, ‘Lluvia de albóndigas 2’ pertenece al grupo de secuelas que no logran alcanzar el nivel de su predecesora, pero que pese a ello son propuestas que merecen la pena y que todo el que disfrutase con la primera entrega no debería dejar pasar de largo. Una buena opción para ver durante estas inminentes navidades.
Único, aunque de proporciones considerables, es el problema que, como amante confeso de las cinco adaptaciones que Kenneth Branagh le ha hecho a la obra del bardo, le encontré a priori a este acercamiento de Joss Whedon al texto Shakesperiano; y ese no es otro, obviamente, que la existencia del maravilloso filme que el cineasta británico rodara a comienzos de los noventa con Denzel Washington, Keanu Reeves y Robert Sean Leonard como acompañamiento de fondo de las asombrosas interpretaciones que de Benedicto y Beatriz hacían él mismo y su esposísima en aquellos tiempos, la inconmensurable Emma Thompson.
De no haber sido pues por la existencia de esa delicia constante para los sentidos cinéfilos que era ‘Mucho ruido y pocas nueces’ (‘Much Ado About Nothing’, 1993), la apreciación de esta arriesgada versión con la que firmante de ‘Los Vengadores’ (‘The Avengers’, 2012) se “desintoxicaba” del agotador proceso que fue la producción Marvelita lo hubiera tenido más fácil —que no muy fácil— para ganarme desde su primer minuto de metraje. Pero cuando uno tiene grabados a fuego en su memoria cinematográfica el asombroso arranque del filme de Branagh, la maravillosa música que Patrick Doyle compuso para todos y cada uno de los momentos del filme, y ese inolvidable papel que interpetó con desopilante acierto Michael Keaton —por no hablar de nuevo de las cimas que alcanzaban los esposos en sus sendas actuaciones—, poder hacer borrón y cuenta nueva para valorar en su justa medida el divertimento que hoy nos ocupa no es tarea sencilla.
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Aún así, y habiendo dejado ya claro lo que para servidor supone la producción comandada por Branagh, evitaré las comparaciones con la misma para centrar el discurso de la crítica en lo que Whedon logra y aquello que termina por escapársele. Y porque siempre es más agradable finalizar una lectura en términos positivos, creo de recibo comenzar por llamar la atención sobre la extrañeza constante que provoca en el espectador el encontrarse con el planteamiento fundamental que vertebra la propuesta del creador de ‘Firefly’ (id, 2002-2003).
Y esta no es otra que traspasar la acción a la actualidad sin que los diálogos sufran ningún cambio con respecto al texto original del literato anglosajón; esto es, que lo que nos encontramos en esta nueva versión de ‘Mucho ruido y pocas nueces’ (id, 2012) es a unos actores que se mueven por el entorno de una lujosa villa estadounidense —situada en Santa Mónica, para más señas—, ataviados con ropa contemporánea y rodeados de tecnología actual, pero que declaman en todo momento siguiendo lo que Shakespeare dejó establecido hace algo más de cuatro siglos.
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El rechazo inmediato que esto provoca queda potenciado, no cabe duda, por la aparición constante de muchos de los sospechosos habituales del cine del realizador, y ver al “Agente Coulson” —Clark Gregg— como Leonato, a Nathan Fillion —de nuevo, lo mejor de la función— en la piel del alguacil, a Sean Maher en la de Don Juan o a Frank Kranz en la de Claudio suscita en el subconsciente un alejamiento automático de lo que estamos contemplando, y aunque Whedon y sus “amigachos” y “amigachas” traten por todos los medios de hacernos olvidar que están recitando en inglés clásico, el fuerte contraste con el entorno y las manifestaciones físicas de los actores hace que cueste, y mucho, entrar de lleno en la propuesta.
Paradójicamente, lo que se establece como el mayor reparo que se le puede poner a la producción, termina alzándose como una de sus mejores virtudes, consiguiendo el equipo interpretativo al completo aislar el hecho verbal del gestual, existiendo en todo momento durante el metraje una plena desconexión de ambas facetas que destila momentos tan chocantes y originales como aquél en el que Benedicto hace jogging en el jardin mientras recita el soliloquio referido a las virtudes de la mujer.
Desvestida por completo de alardes técnicos y artísticos, y desnuda de color, el otro pilar sobre el que se apoya el filme es, sin duda alguna, la dirección de Joss Whedon, una labor mediante la que el director demuestra gran ingenio acoplándose a la perfección a lo limitado del escenario y que habla mucho y muy bien de las capacidades narrativas del estadounidense. Unida a la ingeniosa y sutil orientación hacia la lucha de clases que, por mor de la localización de la acción, aporta el cineasta al texto primitivo, y gracias sobre todo a lo eterno de éste, quizás no quepa afirmar que ‘Mucho ruido y pocas nueces’ se sitúe entre las mejores adaptaciones a las que se haya sometido un texto del bardo, pero sí que, a todas luces, es una de las más divertidas.
El cine italiano de los años 50, 60 y 70 no ha sido superado por ninguna otra cinematografía en cantidad y calidad, eso lo sabe cualquier cinéfilo. La enorme riqueza que desprenden las obras de ese período es digno de continuo estudio y de quedarse boquiabierto sin remisión. ¿Y por qué empiezo un texto sobre ‘Star Crash, choque de galaxias’ (‘Scontri stellari oltre la terza dimensione’, Luigi Cozzi, 1978) con esa afirmación más que evidente? Pues porque me temo que es lo único bueno que puedo decir sobre una película como ésta, que pertenece a tal período, pero su calidad está en las antípodas. Un auténtico delirio plagio en toda regla no sólo de la popular, y maravillosa, ‘La guerra de las galaxias’ (‘Star Wars’, George Lucas, 1977), por aquel entonces volviendo locos a muchos espectadores de la época, sino de una enorme cantidad de films de ciencia-ficción y fantásticos por todos conocidos.
‘Star Crash, choque de galaxias’ —nótese primero la similitud del nombre con la obra de Lucas, título con el que se exhibió la película en el marcado internacional, y luego el imbécil título español, también la clarísima referencia del original italiano— ha pasado a la historia por muchas y diversas razones que no me resisto a comentar. Se trata de uno de los éxitos más grandes de aquellos años en el cine italiano, algo sin duda alucinante. En ella se quiso contar con lo mejorcito para competir con el film galáctico por excelencia, por otro lado de una poderosa y lógica influencia. Por un lado se contrató al mismísimo John Barry para la banda sonora y al cual no se le dejaba ver la película durante su producción por si aquél decidía abandonar el proyecto. Y en su reparto Caroline Munro, David Hasselhoff, Christopher Plummer y Marjoe Gortner.
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(From here to the end, Spoilers) El argumento de ‘Star Crash, choque de galaxias’ es un remedo del citado film de Lucas con toques del universo de Flash Gordon y también de conocidos films fantásticos de los sesenta. Así pues después de unos ridículos rótulos que suben por la pantalla —y esto no sería plagio de Star Wars, sino del serial antes mencionado— nos enteramos de la existencia de un villano muy temido —en realidad da risa— de nombre Zart Arn (Joe Spinelli), cuya intención es la de dominar el universo conocido, es evidente. Pero hete aquí que un emperador de nombre pues eso, El emperador —Christopher Plummer al que sabe dios como convencieron, y cuyas intervenciones filmó en un solo día— cuenta con una aguerrida guerrera de nombre Stella Star, para la cual Cozzi siempre quiso a Caroline Munro, musa del cine fantástico, y que visualmente es de lejos lo mejor de la función, que junto a su inseparable robot intentará devolver la paz a la galaxia.
Con la actriz se realiza un doble homenaje por cuanto su nombre pertenece por derecho propia a la antología del cine fantástico, y Cozzi en un movimiento sin vergüenza alguna —puestos a realizar un plagio échale morro— filma dos secuencias que recuerdan a ‘Jason y los argonautas’ (‘Jason and the Argonauts’, Don Chaffey, 1963) y las maravillas que orquestaba el desaparecido Ray Harryhausen, quien también produjo e hizo los efectos visuales de la mítica ‘El viaje fantástico de Simbad’ (‘The Golden Voyage of Sinbad’, Gordon Hessle, 1973), película protagonizada por Munro. Evidentemente la comparación en cuanto a resultados es odiosa, porque si de algo adolece esta película es de unas escenas de acción pésimamente filmadas, y sobre todo cuando hay que aplicar los efectos visuales, que dicho sea de paso, son realmente malos, lo cual no habría tenido demasiada importancia si Cozzi hubiese demostrado inventiva, gracia, garra, algo de espíritu, o al menos demostrar que sabe narrar, algo que aquí no demuestra. Más bien consigue algo realmente difícil, que una historia simple sea confusa, atropellada y caótica.
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Podríamos enumerar muchos más homenajes al cine fantástico anterior, pero resultaría hasta cansino —lo del sable luz es delirante—, el film supone una soporífera experiencia alejada por completo del factor nostalgia, bajo cuyo prisma no puede si quiera disfrutarse. La puesta en escena es de un cutrez que sonroja con primeros planos absurdos y una secuencias en un espacio poblado de puntitos de todos los colores filmada con poco sentido de la coherencia —atención al ataque final a la base del villano, como si se tratase de la Estrella de la Muerte, con movimiento de cámara que adoptan el punto de las naves acercándose, y atención también a la base en sí, que parece diseñada por un niño—. La supuesta épica de dichas secuencias no aparece por ningún lado por mucho que la música de Barry intente animar la función como si se tratase de John Williams. Barry de todos modos no era tonto, y puede notarse que su partitura no resulta excesivamente ejemplar, como si se oliese el bodrio al que estaba prestando su genio.
David Hasselhoff, al que aún le faltaban unos años para hacerse famoso gracias a la serie ‘El coche fantástico’ (‘Knight Rider, 1982-1986) es uno de los protagonistas centrales, aunque no aparece en escena hasta pasados cincuenta minutos debido a que su participación se sacó prácticamente de la manga al crear un personaje, el hijo del emperador, creando así un triángulo protagonista de nula tensión sexual entre Stella, el príncipe (Hasselhoff) y Akton (Gortner), el supuesto personaje central de nulo carisma.
La gracia de esta película está en verla con un amplio sentido de la perspectiva y con sentido del humor, algo que no creo pueda conseguirse. Los conjuntos que luce Munro son para recordar, el resto para olvidar.
No tendremos estreno de Pixar en 2014 pero sí la secuela de una película tan emocionante que parecía hecha por el estudio del flexo. Ahí arriba tenéis el nuevo tráiler de ‘Cómo entrenar a tu dragón 2’ (‘How To Train Your Dragon 2’, 2014), la continuación del estupendo film de aventuras y fantasía de DreamWorks Animation. El pasado verano pudimos el teaser de esta segunda entrega, que llegará a los cines españoles el 1 de agosto —el 13 de junio la podrán ver en Estados Unidos—.
Dean DeBlois firma el guion y dirige ahora en solitario —en la primera colaboró con Chris Sanders—. Jay Baruchel, Gerard Butler, Kristen Wiig, Jonah Hill, Christopher Mintz-Plasse, Kit Harington, Djimon Hounsou, America Ferrera y… ¡Cate Blanchett! prestan sus voces a los personajes principales en la versión original.
En cuanto al argumento, ‘Cómo entrenar a tu dragón 2’ comienza cinco años después del final de la primera película. La paz reina en el poblado vikingo, siendo las carreras a bordo de dragones el deporte favorito de los más jóvenes. Sin embargo, las cosas se complican cuando Hipo descubre una cueva helada en la que habitan centenares de dragones salvajes que amenazan con desatar una guerra… Por lo visto en el tráiler, parece que efectivamente habrá guerra, y tiene pinta de ser un gran espectáculo. No me lo pienso perder.
Todo el mundo conoce el espectacular anuncio de Jean-Claude Van Damme, filmado en el aeropuerto de Ciudad Real, para Volvo en el que hace un spagat inolvidable. Un anuncio que debe tener algún trucaje, como así manifestaron desde la empresa de coches y camiones. A pesar de que el spagat es auténtico lo único que no se ve en escena son unos cables borrados digitalmente que protegían al famoso actor en caso de que éste cayese al suelo, cosa que no sucedió, filmándose el spot en una sola y alucinante toma. Pues bien, ha llegado la repuesta en forma de bestialidad digital protagonizada por el mismísimo Chuck Norris.
Una felicitación navideña de Delov Digital es el mcguffin para un Norris digitalizado que muestra al actor belga cómo se realiza un spagat en condiciones. El resultado es simplemente brillante y también desternillante. Recordemos que Channing Tatum, demostrando su sentido del humor, ya había parodiado el famoso spot, pero el presente parece insuperable, ¿habrá alguien que se le ocurra toser a Norris?
Por cierto, qué bien le queda la música de Enya a los tres vídeos. A ver si va a crear moda, ya me imagino a todo el mundo intentando hacer un spagat al son de las fantásticas notas.
Para el que no le conozca, el risueño de la fotografía es Roberto Alcover Oti, uno de los críticos profesionales más jóvenes de este país, también psicólogo de profesión y uno de los fundadores de mcnulti editores. Yo tuve la oportunidad de conocer su trabajo en la imprescindible Dirigido por, de cuya plantilla ya hemos entrevistado a unos cuantos, y más tarde en la web Miradas de cine, donde nos regala algunas de sus reflexiones o críticas.
Ante el nuevo aluvión de escritores en la red que quieren hacerse oír, me ha parecido más que necesaria una entrevista a Oti, cubano de nacimiento y de tan sólo 31 años, que tiene una voz crítica con los pies en el suelo y que le ha llevado a la posición privilegiada en la que está. No coincido muchas veces con sus valoraciones finales a cerca de una película, pero todas me interesan, puesto que coincidir o no nunca me ha parecido importante, sino los argumentos que se dan en una crítica.
Las respuestas que muy amablemente me ha dado Oti a las preguntas que le he realizado no tienen desperdicio, y son un modelo a seguir. Espero las disfrutéis.
¿Qué es lo que más te gusta de ser crítico de cine, si tal expresión te parece adecuada?
Básicamente lo más atractivo es poder expresar una opinión sobre el mundo partiendo de una película. Siempre digo que las películas son la excusa que utilizamos para poder escribir, y que si mantuviéramos esta conversación en el siglo XIX estaríamos hablando, por ejemplo, de crítica literaria. Lo que ocurre es que nos hemos criado en pleno siglo XX/XXI, donde puede afirmarse que el cine se ha convertido en el acontecimiento cultural más popular y relevante de su época. Pero te repito, al final, las películas son lo de menos, sobre todo cuando avanzamos hacia un futuro en el que los largometrajes serán cada vez menos autónomos y pasarán a formar parte, si no lo hacen ya, de grandes conglomerados audiovisuales.
Eres uno de los más jóvenes en esto de escribir sobre cine, y estás ya asentado en una de las publicaciones más importantes de nuestro país, en la que aún escriben críticos veteranos que se dedicaban a esto cuando tú aún no habías nacido o ibas en pañales. ¿Cuáles crees que son las diferencias más importantes entre los críticos de antes y esta nueva hornada que sale a tropel de lugares recónditos de la red, por ejemplo?
Pues seguramente las mismas que entre las distintas generaciones de otras profesiones, en este caso relacionadas con un consumo diferente del cine, una mayor facilidad/rapidez para acceder tanto a la producción cinematográfica como a la escritura; un elevado número de tribunas públicas desde las cuales poder pontificar, etc… Más allá de eso, yo señalaría diferencias más sociológicas relacionadas con la ansiedad por saber de todo, una escasa especialización, la angustia por “escalar” lo más rápido posible, poca tolerancia a la frustración…
Pero vamos, por lo demás, lo que observo es la misma necesidad de “matar al padre”, es decir, de diferenciarnos y superar a las generaciones que nos preceden, reivindicando otro estilo de películas, otra manera de consumir el cine y la cultura, otros modelos de crítica, etc… Creo que en el fondo las diferencias son similares a las que pueden existir en otros ámbitos, cambios sociotecnológicos mediante.
Image may be NSFW. Clik here to view. * La crítica siempre ha estado mal vista por una buena parte del público mayoritario. ¿Te sientes como un bicho raro entre tus amistades? ¿A qué crees que es debido esa animadversión hacia la crítica en general?
Si la crítica está o ha estado mal vista por buena parte del público, no hay duda que gran parte de la responsabilidad la tenemos los propios críticos. De todos modos está claro (y es algo que puede constatarse en los comentarios de muchas webs ante artículos que exigen un “poco más”) que al público mayoritario se la sopla buena parte de la crítica por un desinterés propio en intentar superarse, evolucionar o ampliar miras (del mismo modo que puede apreciarse desinterés en ampliar conocimientos sobre el arte, la política, la psicología, etc…), pero resulta muy fácil e injusto depositar toda la responsabilidad sobre ellos. Sobre todo, porque a) el crítico suele vegetar en un mundo paralelo ajeno a las inquietudes del público general; b) el crítico suele utilizar la cultura como arma arrojadiza para “diferenciarse” del público general, es decir, para aliviar una carencia y sentirse también exclusivo, diferente; c) el crítico da por perdido al público como excusa para no flexibilizar su propio método. Obviamente estos comentarios son generales y absolutamente matizables.
No obstante, si los críticos nos seguimos considerando unos mediadores entre la cultura y el público, no podemos olvidar a la audiencia mayoritaria. Dar por perdido al público supone renunciar a un intento de cambio/mejora de las cosas, lo cual nos dejaría en una situación muy similar a aquellos que lo único que hacen es quejarse del sistema sin intentar promover ningún cambio. Personalmente, me interesa utilizar tribunas de gran impacto popular para promover nuevas maneras de observar la realidad porque creo que ahí radica la base del progreso. Los “ghettos” están muy bien pero solo si funcionan como semilla para un avance posterior, no como grupos exclusivos.
Al igual que espectadores, tipos de críticos hay muchos, ¿cuál es para ti el tipo de crítica ideal, y qué tienes en cuenta principalmente a la hora de sentarte a escribir y pensar en el lector que vaya a leerte?
Personalmente, me encanta un modelo de crítica que utilice a la película como punto de partida pero sin perderla totalmente de vista. Es decir, colocar a la película en su presente y explicar por qué está ahí, cuál es su función y su significado, que absorbe de su pasado (cinematográfico) y de su presente (social/cultural). Ampliarla, construir un discurso a partir de ella. Me gusta que la crítica no se estanque en el simple análisis de puntos fuertes y débiles (está bien rodada, actores, puesta en escena, blablabla) porque para mí eso “mata” a la película y también al crítico. Tampoco me interesan las visiones onanistas que lanzan la película a la basura para hablar de las propias neurosis, porque para eso ya existen los divanes. Creo que debe existir un cierto rigor metodológico e interés divulgativo para hacer una crítica porque realmente redactar un buen texto crítico/analítico es muy complicado. Otra cosa es que estemos acostumbrados a leer y escribir mierdas para cumplir el expediente o salir del paso.
Y bueno, a ver, ese es mi estilo favorito y el que me gusta abordar, pero está claro que todo depende del medio y del público. Hay que saber adaptarse.
Internet ha descubierto a un montón de escritores que parecían escondidos y también han aparecido infinidad de voces cuyas opiniones desean ser escuchadas o leídas. ¿Qué encuentras de positivo para la crítica actual ese hervidero de opinión que es la RED?
Se habla mucho de que la democratización que ha traído Internet es perjudicial porque cualquiera puede opinar y tal, pero yo creo que al final el tiempo pone a cada uno en su sitio. Es decir, en el fondo siempre vamos a necesitar voces (¿padres?) que nos guíen, que nos enseñen, e Internet lo sigue permitiendo, a su manera. Lo negativo es que como no hay filtrado, la elección descansa en las preferencias del público mayoritario, y por norma general, eso apunta a un cierto impulso inmediato, superficial, poco elaborado. Pero vamos, si BlogdeCine tiene el éxito que tiene es porque precisamente al público le interesa lo que ofrece y le sirve, a su modo, de guía. Otra cosa es que consideremos esa guía algo insuficiente o que no invita a profundizar o a evolucionar más.
Pero para mí, todo lo que implique una búsqueda de conocimiento es positivo (luego está la tarea de redirigir esa búsqueda), y en ese sentido la RED funciona. Al final, entre tanta información, uno termina encontrando su sitio y aquello que le estimula.
Y si hablamos de cinefilia, ¿crees que la red facilita las cosas a un posible nuevo cinéfilo, ávido de saber no sólo de estrenos? Los blogs, por ejemplo, ¿ayudan o confunden? Tu trabajo en Miradas de cine es ejemplar e imagino que como lector tendrás tus prioridades e inquietudes, ¿qué otros blogs lees y cuáles recomiendas?
Por supuesto que lo facilita, porque hay de todo y con más facilidad que nunca para acceder a ello. Los blogs siempre ayudan, luego uno va esculpiendo su criterio y va seleccionando mejor. En cuanto a los blogs que sigo, personalmente tengo varios obligados pero aviso que son droga dura: el blog de Roberto Amaba, el de Aaron Rodríguez, Recanto Silente, y el blog de Alvaro Arbones. Cada vez leo menos otras webs españolas de crítica de cine porque, honestamente, ni me estimulan ni me aportan demasiado como ya comenté antes, hay demasiada información y es importante comenzar a filtrar.
Para información mayoritaria visito cualquier web. En inglés siempre suelo leer el blog de David Bordwell que es pura sabiduría, Badass Digest, por su estilo cercano y pragmático, y The Dissolve, una publicación joven realmente genial. Y bueno, evidentemente, Miradas de Cine, la mejor web de crítica de cine de este país.
¿No crees que debido a lo efímero en términos de consumo, el medio (Internet) no es propicio para realizar reflexiones profundas o por la contra crees que el medio da igual?
Tienes razón en lo que dices. Es cierto que Internet ha motivado un modo de consumir más superficial y rápido. Quizás todo tenga que ver con una necesidad de acumular estimulación y evitar el aburrimiento, de estar constantemente estimulados. O quizás procede de la necesidad de ahorrar tiempo y recursos cognitivos, es decir, si puedo recibir en tres líneas lo mismo que en dos párrafos, prefiero las tres líneas porque así organizo mejor el contenido y ahorro más espacio.
Pero como siempre esto es un arma de doble filo, porque esta superficialidad genera también reflexiones superfluas, poco elaboradas, que no responden a la complejidad de lo real. Twitter es el ejemplo más paradigmático en este sentido: todo el mundo está al día de todo lo que ocurre y todo el mundo tiene una opinión sobre un hecho. Aparentemente es algo muy positivo y que genera una falsa autoestima porque tenemos la sensación que sabemos de todo y que manejamos muchos conocimientos. Pero nos autoengañamos porque en el fondo manejamos una cantidad de información muy precaria y poco elaborada, que carece de profundidad y de aristas, y que no produce conocimiento nuevo. Tenemos la capacidad y la posibilidad tecnológica de complejizar el mundo pero al mismo tiempo nos empeñamos en hacerlo más uniforme.
Pero respondiendo a tu pregunta: SÍ, Internet no propicia las reflexiones profundas. Y habrá que ver cómo influye este hecho en las próximas generaciones.
He vivido en mis propias carnes las apabullantes campañas de promoción de algunas distribuidoras a la hora de lanzar un nuevo blockbuster, empeñados en “convencer” a la crítica antes del estreno ¿Crees que el poder de un crítico llega hasta esos extremos?
No especialmente. Como se está viendo, cada vez más la opinión del crítico importa menos y es menos relevante a la hora de llevar al público a las salas. Y todavía más desde que ha llegado Internet, donde la labor del crítico se está viendo sepultada por la de la masa. Todavía recuerdo como el tuit de Piqué sobre ‘Intocable’ se incluyó dentro de la campaña de publicidad de la distribuidora y consiguió llevar a la gente al cine. Es decir, recuperar esa función de mediador cultural va a resultar muy difícil, y el crítico debe intentar evolucionar si no quiere terminar siendo arrollado (si no lo está ya) por el sistema. Pero no sé, tengo la sensación que tras todo este período postmoderno en el que la responsabilidad se ha depositado sobre la masa, volveremos a un cierto estado donde serán necesarios nuevamente los líderes o “padres” de opinión. O quizás no
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Hablando del trato a la crítica, ¿cómo consideras el trato a la misma por parte de los festivales de este país? ¿Contento? ¿Alguna anécdota digna de mención?
A ver, mi experiencia en el tema siempre ha sido positiva, aunque personalmente no me gusta demasiado figurar. Demasiados “críticos en sitios” y demasiado mamoneo, al igual que en otras realidades de este país. Es decir, nosotros (y hago referencia a una cierta generación o incluso grupo crítico) no formamos ni queremos formar parte de un determinado circo cultural. Solamente queremos hacer bien nuestro trabajo, escribir sobre cine lo mejor que podamos y si es posible, recibir una remuneración por ello. A ver, a mí me encantaría ganarme la vida escribiendo sobre esto, pero eso es muy complicado si no estás dispuesto a sacar un cuchillo e ir cortando cabelleras por el camino.
No obstante, supongo que la pregunta puede ir por lo que se ha vivido en el último festival de Sitges (o en la Seminci, como denunciaba Israel de Francisco desde las páginas de Miradas de Cine). Verás, lo de Sitges con la prensa fue una situación desagradable que iba a ocurrir tarde o temprano, y en la que la responsabilidad es totalmente repartida. Hay mucha “prensa” en Sitges que tira de blogs, radios locales o páginas webs para, literalmente, no hacer nada y solo ver películas gratis. Te lo digo yo que he ido a Sitges de todas las maneras posibles, siempre escribiendo (y ahí están las webs para constatarlo) y se lo que hay. Pero esto es algo que el festival permite desde hace mucho tiempo y por lo que ha sacado un cierto rendimiento económico en los últimos años. Y las medidas que se han querido tomar este año para restringir el paso de la prensa a ciertas sesiones han sido de una torpeza y una falta de escrúpulos tremenda, por las que han pagado justos por pecadores. Pero no pasa nada. Ha sido un error por parte de la organización que podrá subsanar el próximo año y ya está…el problema es cuando desde algunas tribunas se ha intentado juzgar a aquellos que hemos intentado denunciar la situación. Es decir, me hace mucha gracia porque todos podemos criticar a los políticos cuando toman decisiones que consideramos injustas, pero cuando tenemos que soportar las críticas, entonces echamos balones fuera y culpabilizamos a otros. Es muy gracioso, sí.
Quizás lo importante sea que el festival haga un replanteamiento de lo que necesita de la prensa y desde ahí empezar a construir. No se puede meter en el mismo saco a una web como Detour o a un fanzine de medio pelo, y los resultados están ahí. Otra cosa es que al festival le interese más la cobertura de un fanzine, que está en su pleno derecho, ojo. Pero es necesario un replantamiento, simplemente eso. Dicho esto, y para finalizar quería romper una lanza por los trabajadores del departamento de prensa, que se comportaron de una manera increíble y muy profesional pese al desaguisado que se montó.
Cambiando totalmente de tercio, algo que le preguntamos a todos nuestros entrevistados. Tus gustos cinéfilos y también tus fobias. Y ya de paso explica a los iniciados por qué una crítica cine es principalmente subjetiva.
Bueno, suelo ver de todo, la verdad, o al menos lo que el tiempo y el trabajo me permite (ya sabes que, evidentemente, no me gano la vida escribiendo sobre cine). De todos modos, tengo especial querencia por el género fantástico: me resulta muy estimulante y creativo la manera que tiene de expresar una opinión sobre el mundo a través de unos códigos distintos. Además, al tratarse de un género metafórico, es capaz de devolver una mirada sobre la realidad mucho más intensa y visceral que el puro realismo, y encima puede generar nuevos significantes. Tampoco podría elaborar un listado de fobias, quien me conoce sabe que me cuesta mucho “poner a parir” algo, supongo que tengo bastante respeto por lo creativo.
En cuanto al tema de la subjetividad, si la crítica es una mirada única sobre un objeto cultural, la crítica siempre ha de ser subjetiva porque nace de la recepción que cada uno de nosotros hace de esa obra. Y cada uno recibe esa obra de forma diferente porque esa obra interactúa con todos y cada uno de los aspectos de nuestra identidad. Lo que ocurre es que debemos ser consciente de nuestras limitaciones a la hora de escribir. Es decir, no podemos ser expertos en todo ni podemos hacer de todo con tal de sobrevivir. La honestidad, un aspecto que trato mucho con mi amigo y compañero Tonio L. Alarcón, es muy importante, y se trata de un valor que la actual situación del país está erosionando de forma alarmante. Aprender a reconocer nuestros límites, un aspecto que tan bien expresa una película como ‘Monsters University’, es fundamental.
¿Ángel Fernández Santos o Carlos Boyero? ¿Pablo Muñoz o Jordi Costa? ¿Tú o yo?
Ángel Fernández Santos. Lo siento pero Boyero me parece una metáfora de las grandes carencias de este país, aunque como siempre, es el público mayoritario el que termina dándole la razón, como a Belén Esteban, el hijo de la Pantoja y demás basura patria.
Pablo Muñoz. Sin menospreciar a Jordi Costa, que es un crítico fundamental para nuestra generación, me parece que el trabajo de Pablo en BlogdeCine es tremendo. Es un talento que ha sabido reciclarse e intenta promover miradas más complejas dentro de un estilo fácil de leer. Es el ejemplo de eso a lo que hacía referencia en la pregunta 3: usar plataformas mayoritarias para ir deslizando poco a poco miradas distintas sobre lo real. Creo que Pablo lo hace con mucho respeto hacia el lector, por eso me molestan mucho ciertos comentarios prejuiciosos sobre su estilo. También es a lo que me refería en aquella pregunta: muchas veces la gente prefiere malvivir en su burbuja cultural y no preguntarse si existe algo más allá. Supongo que es por miedo o inseguridad.
Definitivamente tú, si dejaras de reivindicar al plasta de Clint Eastwood.
Top 10 del año.
Antes de lanzar el top de lo estrenado en 2013 pido disculpas porque se me han escapado muchísimas películas a lo largo de este año y siento que me ha quedado un top muy parcial y poco variado, así que desde luego recomiendo a los lectores que ni lo tomen en cuenta. Ha habido mucho y mejor cine del que recoge este top.
1) The Lords of Salem
2) Solo Dios perdona
3) The Master
4) Expediente Warren
5) La gran belleza
6) El lado bueno de las cosas
7) Gravity
8) La noche más oscura + Capitan Phillips
9) Mud
10) El llanero solitario + After Earth
Como no podía ser de otra manera, ‘El hobbit: La desolación de Smaug’ (‘The Hobbit: The Desolation of Smaug’, Peter Jackson, 2013) ha arrasado en su estreno en nuestro país. La rutinaria, soporífera y ridícula segunda parte protagonizada por Martin Freeman, Ian McKellen, Richard Armitage, Evangeline Lilly y Orlando Bloom logró más de cinco millones de euros durante sus primeros días en cartelera, el estreno más taquillero del año —superando a ‘Los juegos del hambre: en llamas’ (‘The Hunger Games: Catching Fire’, Francis Lawrence, 2013)—. Sus fantásticas cifras contribuyeron a que fuera el fin de semana de mayor recaudación de 2013.
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Este resultado confirma que, por mucho que se diga, no hace falta ni un buen guion, ni una habilidosa dirección ni estupendas interpretaciones para triunfar en taquilla. Solo generar la idea de que hay seguir tragándose las “espectaculares” adaptaciones de Tolkien firmadas por Jackson. En 3D y a doble velocidad (48fps). Porque así las abejas parece que van a salir de la pantalla y picarte para que no te duermas. En serio, lamentable.
El otro gran estreno del pasado fin de semana, ‘12 años de esclavitud’ (‘12 Years a Slave’, Steve McQueen, 2013), que sí es auténtico cine, solo se proyectaba en 137 salas pero consigue una meritoria cuarta posición. El potente drama cuyo reparto encabezan Chiwetel Ejiofor, Michael Fassbender, Benedict Cumberbatch, Brad Pitt y Lupita Nyong’o —impresionante lo que hace esta chica— recaudó 615.351 euros en su primer fin de semana, logrando un excelente promedio de 4.492€. ‘El hobbit 2’ estaba disponible en 859 pantallas y llegó hasta casi los seis mil euros de media en cada una.
La carrera de Sylvester Stallone resucitó gracias a la recuperación de sus dos personajes estrella, pero hacía falta algo más para que tuviera continuidad y es ahí donde acertó de lleno al apostar por ‘Los mercenarios’ (‘The Expendables’, 2010), primera entrega de una franquicia de la que ya se han rodado tres entregas. Ahora ha llegado el momento de echar un vistazo al sugerente primer tráiler de ‘Los mercenarios 3’ (‘The Expendables 3’, Patrick Hughes, 2013).
El equipo liderado por Barney tendrá que enfrentarse en esta ocasión a Conrad Stonebanks, uno de los miembros fundadores que se vio forzado a dejar el equipo tras convertirse en un traficante de armas. El propio Barney creía que ya había acabado con él, pero Conrad logró sobrevivir y ahora su objetivo en la vida es acabar con sus antiguos compañeros. Sin embargo, nuestros protagonistas no se dormirán en los laureles y reclutan savia nueva con el objetivo de aclimatarse a los nuevos cambios tecnológicos.
En ‘Los mercenarios 3’ también volveremos a ver a Jason Statham, Arnold Schwarzenegger, Jet Li, Dolph Lundgren, Randy Couture y Terry Crews, mientras que entre los nuevos fichajes destacan las incorporaciones de Mel Gibson, Harrison Ford, Wesley Snipes, Antonio Banderas, Kelsey Grammer y Kellan Lutz. Por su parte, tras las cámaras encontraremos a Patrick Hughes, joven promesa del cine australiano gracias a ‘Red Hill’ (2010). El estreno en Estados Unidos está previsto para el 15 de agosto de 2014, pero aún se desconoce cuándo llegará a España.
PD: Espero que se parezca más a la muy entretenida segunda entrega que a la primera, ¿y vosotros?
Con más retraso del habitual, pero ya ha llegado el momento de nuestro habitual repaso de cada viernes a las películas que llegan a los cines españoles. Hoy son 11 los títulos que se estrenan en nuestro país, con una notable presencia del cine de animación, el acercamiento a William Shakespeare del director de una célebre reunión cinematográfica de superhéroes y el mismísimo demonio de la mediocridad reinante en este mundo, Justin Bieber. Sin más dilación, os invito a descubrir las películas que se estrenan hoy 20 de diciembre en España.
‘Lluvia de albóndigas 2’
Dirección: Cody Cameron y Kris Pearn. País: USA. Año: 2013. Género: Animación, comedia. Guion: John Francis Daley y Jonathan M. Goldstein; basado en los personajes creados por Judi Barrett y Ron Barrett. Producción ejecutiva: Christopher Miller y Phil Lord. Diseño de producción: Justin Thompson. Distribuidora: Sony Pictures Releasing de España. Estreno en USA: 27 Septiembre 2013.
Sinopsis: la genialidad del inventor Flint Lockwoods es finalmente reconocida al ser invitado por su ídolo, Chester V, a unirse a The Live Corp Company, donde los mejores y más brillantes inventores del mundo crean nuevas tecnologías para el bienestar de la humanidad. La mano derecha de Chester —y una de sus grandes invenciones— es Barb, una orangutana altamente evolucionada, con cerebro humano, retorcida y manipuladora, a la que además le gusta llevar los labios pintados. El gran sueño de Flint siempre ha sido el ser reconocido como un gran inventor, pero todo cambia cuando descubre que su máquina más infame —que convierte el agua en alimentos— sigue funcionando y está ahora creando híbridos de animales-comida. Con el destino de la humanidad en sus manos, Chester envía a Flint y sus amigos a una deliciosamente peligrosa misión, enfrentándose a tacocodrilos hambrientos, gambancés, quesoarañas con doble de bacon y otras criaturas para, una vez más, salvar al mundo.
Dirección: Joss Whedon. País: USA. Año: 2012. Duración: 109 min. Género: Comedia dramática, romance. Interpretación: Amy Acker (Beatriz), Alexis Denisof (Benedicto), Nathan Fillion, Clark Gregg, Reed Diamond, Fran Kranz, Sean Maher. Guion: Joss Whedon; basado en la obra de William Shakespeare. Producción: Kai Cole y Joss Whedon. Música: Joss Whedon. Fotografía: Jay Hunter. Montaje: Daniel S. Kaminsky y Joss Whedon. Diseño de producción: Cindy Chao y Michele Yu. Vestuario: Shawna Trpcic. Distribuidora: Betta Pictures. Estreno en USA: 7 Junio 2013.
Sinopsis: Beatriz y Benedicto son dos jóvenes que no creen en los poderes del amor. Claudio, por el contrario, locamente enamorado de Hero, defiende el amor y desea casarse con ella por encima de cualquier cosa. Obsesionados con unir a Beatriz y Benedicto, la pareja y todos los que les rodean, preparan un plan que intentará unirlos para siempre. Pero varios acontecimientos cómicos y trágicos se interpondrán en el camino a la felicidad… ¿Vencerá el amor sobre todas las cosas?
Dirección: Juan José Campanella. Países: España y Argentina. Año: 2013. Género: Animación, comedia, familiar. Guion: Juan José Campanella; basado en el cuento “Memorias de un wing derecho”, de Roberto Fontanarrosa. Supervisión de animación: Sergio Pablos. Distribuidora: Universal Pictures International Spain.
Sinopsis: Nos cuenta las aventuras de Amadeo, un chico tímido pero virtuoso que deberá enfrentarse al más temible rival sobre una cancha de fútbol: ‘El Crack’. Para ello contará con la inestimable ayuda de unos jugadores de futbolín liderados por ‘El Wing’, su carismático extremo derecho. Amadeo y los jugadores se embarcarán en una gran aventura con el fútbol como marco de esta emocionante historia de amor, respeto, amistad y pasión.
¿Qué podemos esperar? Siendo de Campanella, todo lo que no sea al menos un entretenimiento de calidad sería una gran decepción.
‘Sobran las palabras’
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Dirección y guion: Nicole Holofcener. País: USA. Año: 2013. Duración: 93 min. Género: Comedia romántica. Interpretación: Julia Louis-Dreyfus (Eva), James Gandolfini (Albert), Catherine Keener (Marianne), Toni Collette (Sarah), Ben Falcone (Will). Producción: Stefania Azpiazu y Anthony Bregman. Música: Marcelo Zarvos. Fotografía: Xavier Pérez Grobet. Montaje: Robert Frazen. Diseño de producción: Keith P. Cunningham. Vestuario: Leah Katznelson. Distribuidora: Hispano Foxfilm. Estreno en USA: 11 Octubre 2013.
Sinopsis: Eva es una madre divorciada que pasa los días disfrutando de su trabajo como masajista aunque vive atemorizada por la inminente partida de su hija hacia la universidad. Eva conoce a Albert, un hombre dulce, divertido y afín a ella, que también tiene que lidiar con un nido vacío. Mientras su idilio florece rápidamente, Eva hace amistad con Marianne, su nueva clienta. Marianne es una bella poetisa que parece “casi perfecta” salvo por una destacada cualidad: no deja de sacar faltas a su ex marido. De repente, Eva empieza a albergar dudas acerca de su propia relación con Albert cuando conoce la verdad sobre el ex esposo de Marianne.
¿Qué podemos esperar? Dos grandes interpretaciones de sus protagonistas y el hecho de ser la película póstuma del gran James Gandolfini debería ser suficiente atractivo para al menos darle una oportunidad. Ya la calidad del resto de elementos es más dudosa.
‘Paranormal Movie’
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Dirección: Mark Tiddes. País: USA. Año: 2013. Duración: 86 min. Género: Comedia. Interpretación: Marlon Wayans, Essence Atkins, Marlene Forte, David Koechner, Cedric The Entertainer, Dave Sheridan, Nick Swardson. Guion: Marlon Wayans y Rick Alvarez. Producción: Rick Alvarez y Marlon Wayans. Fotografía: Steve Gainer. Montaje: Suzanne Hines. Diseño de producción: Fred Andrews. Vestuario: Ariyela Wald-Cohain. Distribuidora: Flins & Pinículas. Estreno en USA: 11 Enero 2013.
Sinopsis: Malcolm y Kisha deciden mudarse a su casa de ensueño, pero pronto descubren que no están solos: en la casa hay un espíritu demoníaco. Cuando Kisha es poseída, Malcolm, decidido a no dejar que el espíritu maligno arruine su matrimonio (o más bien su vida sexual), busca la ayuda de un sacerdote, un psíquico y un equipo de cazadores de fantasmas.
¿Qué podemos esperar? Una película de parodias con poca o ninguna gracia.
‘Gente en sitios’
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Dirección y guion: Juan Cavestany. País: España. Año: 2013. Duración: 83 min. Género: Comedia. Interpretación: Eduard Fernández, Raúl Arévalo, Adriana Ugarte, Santiago Segura, Maribel Verdú, Carlos Areces, Tristán Ulloa, Alberto San Juan, Antonio de la Torre, Carlos Areces, Ernesto Sevilla, Irene Escolar, Coque Malla. Producción: Juan Cavestany y Enrique López-Lavigne. Música: Aaron Rux y Nick Powell. Fotografía: Juan Cavestany. Montaje: Juan Cavestany y Raúl de Torres.
Sinopsis: Es un relato caleidoscópico que recorre de forma aparentemente aleatoria la comedia, el drama, el retrato social, el terror y el surrealismo con un denominador común: la irreductible poesía de la condición humana frente a las embestidas de lo extraño y lo caótico.
¿Qué podemos esperar? Una película española diferente y con un gran reparto. Yo estoy deseando verla, pero ahora en Navidades me va a ser imposible, lástima.
‘Ernest y Celestine’
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Dirección: Stéphane Aubier, Vincent Patar y Benjamin Renner. País: Francia. Año: 2012. Duración: 80 min. Género: Animación, comedia dramática. Guion: Daniel Pennac; basado en los libros “Ernesto y Celestina”, de Gabrielle Vincent. Producción: Didier Brunner, Philippe Kauffmann, Vincent Tavier, Stéphane Roelants y Henri Magalon. Música: Vincent Courtois. Montaje: Fabienne Alvarez-Giro. Distribuidora: Sherlock Films. Estreno en Francia: 12 Diciembre 2012.
Sinopsis: Ernest, un enorme oso músico ambulante un poco cascarrabias pero de gran corazón, acoge en su casa a la pequeña Celestine, una ratita huérfana que ha escapado del mundo subterráneo de los roedores. Pese a sus diferencias, aprenden a respetarse y conocerse. Entre ellos surgirá una gran amistad que desafiará el orden establecido.
¿Qué podemos esperar? Una buena película de animación encaminada a resaltar ciertos valores para los más pequeños de la casa, pero sin resultar insultante para los demás.
‘Justin Bieber’s Believe’
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Dirección: Jon M. Chu. País: USA. Año: 2013. Género: Documental. Intervenciones: Justin Bieber, Usher Raymond, Will i Am, Nicki Minaj, Ludacris. Guion: Sarah Landman. Producción: Justin Bieber, Scooter Braun, Stuart Ford, Garrett Grant, Bill O’Dowd y Usher Raymond. Música: Nathan Lanier. Fotografía: Karsten Gopinath. Montaje: Jillian Twigger Moul y Avi Youabian. Diseño de producción: Tom E. Marzullo. Distribuidora: Filmax. Estreno en USA: 25 Diciembre 2013.
Sinopsis: Segunda película documental autobiográfica de Justin Bieber. El filme muestra al cantante canadiense tanto detrás del escenario como sobre él durante la gira de espectáculos que ha ofrecido en todo el mundo. El documental también regala imágenes del proceso de grabación y edición de su tercer álbum de estudio, titulado “Believe”. Los fans de Bieber podrán ver cómo ha sido el proceso de selección de los bailarines y posteriores ensayos, entrevistas con las personas más allegadas a él y la interacción que tiene con sus fans, las autodenominadas “Beliebers”.
¿Qué podemos esperar? El anticine.
‘Mi Tierra’
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Dirección: Mohamed Hamidi. Países: Argelia y Francia. Año: 2013. Duración: 87 min. Género: Comedia dramática. Interpretación: Tewfik Jallab (Farid), Jamel Debbouze (el primo), Fatsah Bouyahmed, Abdelkader Secteur, Malik Benchemsi, Mourad Zaoui. Guion: Mohamed Hamidi y Alain-Michel Blanc. Producción: Jamel Debbouse, Nicolas Duval-Adassovsky, Laurent Zeitoun y Yann Zenou. Fotografía: Alex Lamarque. Montaje: Marion Monnier. Diseño de producción: Arnaud Roth. Distribuidora: Vértigo Films. Estreno en Francia: 19 Junio 2013.
Sinopsis: Farid es joven francés de 26 años tiene que ir a Argelia para salvar la casa de su padre. Descubriendo así un país donde jamás a puesto los pies, acaba conociendo a una galería de personajes sorprendentes donde el humor y la sencillez van a cambiarlo profundamente.
¿Qué podemos esperar? Una comedia de humor costumbrista a la francesa, pero sin caer en el humor de trazo grueso. Eso sí, no espero carcajada alguna, si acaso mantener la sonrisa durante todo su metraje.
‘Una vida sencilla’
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Dirección: Ann Hui. País: China. Año: 2011. Duración: 118 min. Género: Drama. Interpretación: Andy Lau (Roger), Deannie Ip (Ah Tao), Qin Hailu, Wang Fuli, Paul Chun. Guion: Susan Chan y Lee Yan-iam. Producción: Chan Pui-wah, Ann Hui, Lee Yan-iam. Música: Law Wing-fai. Fotografía: Nelson Yu Lik-wai. Montaje: Kwong Chi-leung y Manda Wai. Diseño de producción: Albert Poon. Vestuario: Boey Wong. Distribuidora: Surtsey Films. Estreno en China: 5 Marzo 2012.
Sinopsis: Es la historia sobre la relación de toda una vida entre Roger, un productor de cine de mediana edad, y Ah Tao, la sirvienta que se ha ocupado de velar por Roger desde que era un niño y ha servido a su familia durante más de 60 años. Cuando a Ah Tao le llega la hora de jubilarse y sin ningún familiar que pueda hacerse cargo de ella, Roger decide que es el momento de devolver tantos años de servicio y se vuelca en ella como si se tratara de su propia madre.
¿Qué podemos esperar? Un drama para los amantes del cine asiático, porque me da que para el resto será como si no se hubiera estrenado.
‘Centro histórico’
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Dirección y guion: Pedro Costa, Manoel de Oliveira, Víctor Erice y Aki Kaurismáki. País: Portugal. Año: 2012. Duración: 90 min. Género: Drama. Interpretación: Judite Araujo, Maria Fatima Braga Lima, Marco Carreira, Arlindo Fernandes . Producción: Rodrigo Areias y Aki Kausmäki. Música: Pedro Santos. Fotografía: Pedro Costa, Timo Salminen, Leonardo Simões y Valentín Álvarez. Montaje: Aki Kaurismäki y Valérie Loiseleux. Distribuidora: Splendor Films.
Sinopsis: Al dar un paseo por Guimarães (la ciudad fundadora de Portugal), nos preguntamos: ¿Qué historias tiene que contarnos? La respuesta a esta pregunta la encontramos en las distintas voces de los cuatro realizadores, con visiones únicas del cine y que juntos participan en esta película. Las múltiples dimensiones de la historia provienen de la ficción y de la realidad; y es que las cosas, no son aquello que a primera vista parecen. “Centro histórico” se divide en cuatro historias: “El tabernero” (Kaurismäki), “Dulce exorcista” (Costa), “Vidrios partidos” (Erice) y “El conquistador, conquistado” (Oliveira).
¿Qué podemos esperar? El inesperado cruce del talento de sus cuatro directores para ofrecernos una película por relatos, algo siempre estimulante para quien esto escribe, aunque luego siempre sirva como base para obras harto irregulares.
Lo que tenía más importancia para mi era por qué Holmes había llegado a ser tan frío y calculador, y la razón de estar solo el resto de su vida. Ese es el motivo por el que se le describe de forma tan emocional en el filme; de joven, sus emociones lo controlaban, estaba enamorado del amor de su vida y como resultado de lo que ocurre aquí, se termina convirtiendo en la persona que será más tarde.
Chris Columbus
Entristece observar como, de un tiempo a esta parte, la música de cine ha vuelto a ser maltratada por las productoras de Hollywood hasta volver a un estado en el que no se encontraba desde hacía casi cuatro décadas. Un sentimiento que, sin duda, se ve aumentado si uno considera el momento de esplendor que las composiciones para la gran pantalla vivieron desde mediados de los años setenta —más o menos coincidiendo con los primeros grandes trabajos de John Williams— hasta principios de este siglo. Desde entonces, lo que antes era norma se ha convertido en excepción, y contados con los dedos de una mano son los scores que, por ejemplo, serán recordados de este 2013 que toca a su fin.
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Y si alguno se está preguntando el porqué comenzar la crítica de ‘El secreto de la pirámide’ (‘Young Sherlock Holmes’, Barry Levinson, 1985) con un comentario acerca de las bandas sonoras, el motivo es muy claro: si hay algo que el cine de los años ochenta supo cuidar y mimar al máximo, eso fue, en términos generales, la música que acompañaba a sus películas. Innumerables son los ejemplos que podemos encontrar al respecto en la vastedad que tan fructífera década nos dejó, empezando por los legados de Williams, el inconmensurable Jerry Goldsmith, James Horner o Basil Poledouris —los grandes valedores de la música sinfónica— y continuando por toda una serie de compositores que, a la manera de los one hit wonders, alcanzaron la gloria con un trabajo por el que siempre serán recordados.
Ese es el caso, no cabe duda, de Bruce Broughton. Ganador de numerosos Emmy y nominado al Oscar por la magnífica ‘Silverado’ (id, Lawrence Kasdan, 1985), si hay una partitura que sobresale de su carrera por encima de las demás esa es, sin duda alguna la espléndida composición que el músico californiano dedicaba a las aventuras de un joven Sherlock Holmes imaginadas por Chris Columbus, producidas por Steven Spielberg, dirigidas por Barry Levinson y con la crucial participación en cierta escena por todos recordada de un joven visionario llamado John Lasseter: con un tema principal asombroso —por cierto, el sonido tan característico que acompaña a dicho tema es el de los violinistas golpeando con los dedos la madera—, la fuerza de la masa coral que acompaña a las dos escenas en el templo del Rametep y todo un conjunto que alterna los temas de aventura con un bellísimo motivo de amor, el trabajo de Broughton es de esos que formaron una muy importante parte de la formación musical de toda una generación a la que, afortunadamente, pertenezco.
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De vital importancia en el transcurso de la cinta, la música de Broughton es, no obstante, sólo una parte de la genialidad imperecedera que encierra ‘El secreto de la pirámide’ —atención especial merece su espléndido diseño de producción—. Y es que hoy, casi treinta años después de su estreno, volver a ver el filme de Levinson no sólo supone rejuvenecer de golpe los seis lustros que nos separan de aquel día de marzo de 1986 en que acudíamos al cine a disfrutar por primera vez la película, sino que sirve para confirmar, una vez más —y ya van…— que mucho del cine que se hizo durante la década de los 80 forma parte indeleble de lo mejor que el séptimo arte ha sabido concretar en ciertos géneros encabezados, qué duda cabe, por todas aquellas producciones destinadas al público infantil y juvenil que vieron la luz en aquellos años.
Respetuosa con el legado de Conan Doyle, algo que preocupaba mucho a Chris Columbus, ‘El secreto de la pirámide’ narra un hipotético primer encuentro entre Sherlock Holmes y John Watson cuando ambos son aún adolescentes —mucho antes, obviamente, de que Doyle una sus destinos en ‘Estudio en escarlata’— y están estudiando en un férreo internado londinense en el que el futuro detective descubrirá una oscura trama de asesinatos que esconden los anhelos de venganza del líder de un culto religioso entre cuyas cruentas prácticas se encuentra el sacrificio de vírgenes sepultadas por cera hirviendo.
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(Pequeños spoilers) A la luz de esta escueta sinopsis, es muy obvio que, como pasaba en no pocas producciones de la época, el carácter juvenil y dicharachero de las aventuras de los protagonistas, se rodea de un semblante oscuro y tenebroso cuya imbricación con el luminoso tono de la narración funciona a las mil maravillas. Y no hay mejor ejemplo de la perfecta articulación que encierran ambas facetas del filme que comparar la secuencia del juego que plantea uno de los alumnos de la academia a Holmes, y cualquiera de las escenas con las que Levinson y el equipo artístico muestran las pesadillescas visiones derivadas de los dardos envenenados que utiliza el culto del Rametep: la ligereza y comicidad de la primera, acompañada por uno de los mejores temas que compone Broughton, contrasta con fiereza con cualquiera de las “terroríficas” escenas pertenecientes al semblante más umbrío del filme, ya sea el prólogo, el ataque a Waxflatter, el momento en el que cobra vida la vidriera o, por supuesto, el triplete en el cementerio —por más que uno de ellos sea el típico guiño simpático marca Columbus/Spielberg.
El correcto pulso que Levinson mantiene entre ambos aspectos de la cinta termina por inclinarse hacia el más dramático de cara al acto final del filme, un carrusel continuo de emociones in crescendo cuyo trágico desenlace —puntualizado por esa genial secuencia de créditos— hace pensar hoy en lo muy diferentes que eran las cosas para el cine juvenil hace tres décadas. Y sí, quizás las interpretaciones de algunos miembros del reparto estén algo forzadas —y estoy pensando en Sophie Ward, poco creíble como Elizabeth, el amor de Holmes— y es incluso posible que para muchos espectadores que la vieron con ocho, nueve o diez años, la cinta no esté revestida de la relevancia que servidor quiere atribuirle, pero cuando en alguna ocasión me han preguntado acerca de los títulos que destacaría de mi infancia cinéfila, ‘El secreto de la pirámide’ siempre ha terminado apareciendo de una forma u otra en lo alto de la tabla. No hace falta decir nada más.
Dado que estos días se estrena en medio planeta ‘La vida secreta de Walter Mitty’ (‘The Secret Life of Walter Mitty’, Ben Stiller, 2013), es bueno recordar la primera versión de idéntico título y dirigida en 1947 por Norman Z. McLeod, artesano que destacó por dirigir dos de los primeros títulos de los hermanos Marx —‘Pistoleros de agua dulce’ (‘Monkey Business’, 1931) y ‘Plumas de caballo’ (‘Horse Feathers’, 1932)— especializándose en films amables y poco trascendentes, casi siempre comedias. El propio Ben Stiller se están cansando de citarla allá por donde va, algo que le honra mucho, a ver si es capaz de insuflar algo de interés a las nuevas generaciones de cinéfilos y críticos, cada vez menos dispuestos a escarbar en el pasado de un arte que dicen amar. Seguro que Stiller lo tuvo más fácil que Norman Z. McLeod a la hora de adaptar la historia de James Thurber.
El escritor de Ohio llegó a ofrecer la cantidad de diez mil dólares a Samuel Goldwyn, productor de la película, para que ésta no se realizara. Entre las muchas razones que el escritor tenía para hacerla era que no consideraba a Danny Kaye el actor idóneo para dar vida a Walter Mitty, convirtiéndose con el paso de los años en un confeso detractor del film diciendo que la interpretación que el actor había hecho del personaje estaba totalmente alejada de las intenciones del mismo. El eterno debate entre una obra literaria y su adaptación cinematográfica. Lo cierto es que ‘La vida secreta de Walter Mitty’ (‘The Secret Life of Walter Mitty’, 1947) es una de las películas en las que Kaye está más soportable, y eso ya es bastante.
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(From here to the end, Spoilers) Ked Henglud y Everett Freeman adaptan el cuento de Thurber, contando con la ayuda de un no acreditado Philip Ropp, guionista de algunos films del actor, uno de los más populares en aquellos años en los que la sociedad estadounidense disfrutaba más que nunca comedias intrascendentes, entre otros géneros, con el fin de olvidarse durante hora y media/dos horas de su propia vida, falta de las emociones que el séptimo arte podía ofrecer. Entre los muchos actores que se aprovecharon de eso —era estrictamente necesario hace reír al público—, Danny Kaye llegó a ser uno de los que más conectaría con el público, al hacer la mayor parte de las veces de hombre normales y corrientes enfrentados a la aventura de sus vidas. Servidor se tragó un montón de títulos en los numerosos pases que de sus películas hacía tve en los años ochenta, logrando siempre éxitos de audiencia.
Pero a pesar de ser uno de esos que creció con la emisión de películas protagonizadas por Danny Kaye, no soy de los que precisamente le soportan. Actor altamente histriónico y exagerado en muecas, caía en la reiteración de tics y no eran pocas las veces que nos hacía sufrir con algún número musical más exagerado aún. Kaye es la muestra de un estilo cuyo testigo puede decirse que recogieron Jerry Lewis primero, erigiéndose como uno de los genios del humor absurdo, y Jim Carrey después, subrayando tristemente el lado histriónico de Kaye. No obstante, ‘La vida secreta de Walter Mitty’ es una de las películas en las que el actor resulta más soportable, y también aquella en la que las posibilidades dramáticas del rostro del actor fueron aprovechadas al máximo. Es una pena que la película desemboque demasiadas veces en situaciones que no son más que excusas para que el actor se luzca en uno de sus típicos numeritos.
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Kaye da vida a Walter Mitty, un joven escritor que presta su creatividad a una de las editoras más prestigiosas del país, en la que después de once años de servicios no se le valora lo suficiente —sus ideas son robadas con toda cara por un jefe que dice haberlas tenido hace dos años—, y que vive con su protectora madre, empeñada en casarle con una joven que no lo tiene claro. Mitty, además de un pedazo de pan, algo por que la gente siempre está aprovechándose de él, es un completo soñador. Siempre que puede se evade mentalmente de un mundo en el que no está muy convencido, y vive emocionantes aventuras en los más diversos escenarios —un barco en alta mar, un hospital, un salón del oeste, la guerra…— siendo siempre el principal y heroico protagonista, una especie de alter ego del propio Mitty, esa personalidad fuerte y seguro de sí mismo que no se atreve a salir en la realidad. Todo cambiará cuando se encuentre con Rosalind (Virginia Mayo), una mujer que es exactamente igual a la que imagina como compañera en sus historias soñadas.
‘La vida secreta de Walter Mitty’ es una película enérgica por momentos, que transmite un buen rollo inolvidable, el mensaje, no dejar de soñar nunca por miserable que sea nuestra vida, no renunciar bajo ningún concepto a lo que se quiere de verdad, y no cesar en el empeño de defender la verdad por encima de todas las cosas. Más que suficiente para una película con las ideas claras, aunque se toma su tiempo para establecer una diferencia entre lo real y lo imaginario —en la primera el film adopta un tono casi onírico en sus escenarios, y la segunda gana por la parte de thriller muy bien hilvanada aunque con una demasiado leve crítica hacia la tiranía—, cayendo demasiadas veces en ser un show para el lucimiento de su máxima estrella. Virginia Mayo presta su demasiada perfecta belleza, y Boris Karloff se presta a un juego de metalenguaje con un siniestro personaje. Película pues, graciosa en sus instantes de comicidad física, entrañabale con su personaje central y entretenida. El éxito fue espectacular.
Puede que a algunos les cueste creerlo, pero Sylvester Stallonese presentó en su momento a una audición para conseguir el papel de Han Solo en Star Wars. Todos sabemos que fue Harrison Ford quien acabó consiguiendo dar vida a uno de los personajes más míticos de la historia del séptimo arte, pero ha sido precisamente el protagonista de ‘Blade Runner’ (Ridley Scott, 1982) quien ha convencido a Disney de que era una gran idea contratar a Stallone para sustituir a Mark Hamill, con quien las negociaciones para su regreso no terminaban de llegar a buen puerto —se ve que Hamill pedía demasiado dinero—, como Luke Skywalker en ‘Star Wars. Episodio VII’ (J.J. Abrams, 2015).
En una decisión que a buen seguro traerá mucha polémica entre los seguidores de la famosa saga y que J. J. Abrams hubiese preferido mantener en secreto hasta el último momento —vamos, cuando ya es demasiado tarde para que las quejas de los fans sirvan para algo—. Lo cierto es que la primera opción del director de ‘Super 8‘ (2011) era Benedict Cumberbatch, pero en Disney se opusieron de lleno en cuanto descubrieron ciertos detalles del guión de la película que no estará del todo acabado hasta este próximo mes de enero. Fue entonces cuando Ford propuso el nombre de Stallone, con quien se ve que ha tenido una gran experiencia rodando ‘Los mercenarios 3‘ (‘The Expendables 3’, Patrick Hughes, 2013) y que por edad y su particular fisonomía se ajusta mucho a uno de los aspectos clave de la trama de ‘Star Wars. Episodio VII’.
El propio Stallone se apresuró a comentar en su cuenta de twitter que será todo un honor dar vida al único héroe del séptimo arte lo suficientemente duro como para poder acabar con John Rambo y Rocky Balboa en una lucha justa, aunque luego matizó que no lo tenía tan claro si tuviera el apoyo y la fuerza —hasta puso esto último entre comillas seguramente a modo de homenaje a ‘Star Wars’— de sus mercenarios. Por su parte, Hamill ha preferido no pronunciarse por el momento, pero no me extrañaría que apoyase activamente la previsible campaña online exigiendo su regreso que seguro que no tarda en aparecer.
Actualización 29-12-2013: Como ya imaginaréis todos a estas alturas, la noticia no es más que una pequeña inocentada que os hemos gastado.
Después de tres filmes a cada cual más maravilloso, se podría pensar que los estudios Disney habían asentado las bases sobre las que hacer descansar el futuro de sus producciones. Y si bien dicha afirmación no se aleja de la realidad, circunstancias externas e internas, decisiones que con el tiempo se antojan equivocadas y un descenso notable en la calidad de la animación de sus títulos provocarían que el resto de la década de los cuarenta, que tan brillantemente había comenzado para la casa de Mickey Mouse con ‘Pinocho’ (‘Pinocchio’, David Hand, 1940), viera el alumbramiento de ocho largometrajes que no hacían justicia a la terna con la que Walt Disney había sorprendido y encandilado a espectadores de todas las edades a lo largo y ancho del planeta.
Responsables directos del largo estío que vivió la compañía durante estos años fueron, de una parte, la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial tras el ataque a Pearl Harbor —un momento histórico que afectaría de forma directa al filme que hoy nos ocupa— y el desplazamiento momentáneo del interés del público norteamericano por las propuestas de la productora; de la otra, y de forma mucho más ligada al devenir de los estudios, estará la huelga interna que afectó a los estudios a mediados de 1941, comenzando un proceso de fuertes cambios internos que terminará con la breve etapa dorada de Disney para dar paso a la de los “Nueve Viejos”, apelativo cariñoso que utilizaba el propio Walt para referirse a Les Clark, Marc Davis, Ollie Johsnton, Mit Kahl, Ward Kimball, Eric Larson, John Lounsbery, Wolfgang Reitherman y Frank Thomas, los hombres que llevarían el rumbo de la empresa hasta bien entrados los años setenta.
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Centrando el discurso en ‘Dumbo’ (id, Ben Sharpsteen, 1941), esta adaptación del cuento de Helen Aberson y Harold Pearl fue, en primera instancia una apuesta personal del “tío Walt” por demostrar que podía rebajar los costes de producción de un filme animado por debajo del millón de dólares. Detrás de esta apuesta se escondía, no obstante, el mal momento que la empresa estaba pasando desde el punto de vista económico y, tras abandonar la idea inicial de haber convertido al relato en un corto a la manera de las ‘Silly Symphonies’ y terminar por desistir en el intento de levantar la producción debido a las presiones de su hermano, sería la insistencia de Joe Grant y Dick Huemer, la pareja de guionistas, la que provocaría que Walt Disney volviera a respaldar la filmación de ‘Dumbo’.
Una filmación que se hizo en tiempo récord —apenas un año en comparación con los tres que ocupó ‘Pinocho‘— y que, en consecuencia, adolece de un fuerte descenso en la calidad del producto final, sobre todo si se la compara con lo que sus predecesoras habían mostrado. Y así, una de las primeras cortapisas que siempre he encontrado en ‘Dumbo’ para terminar considerándolo un filme menor de la compañía y, a la postre, uno de los que más se aleja de los que considero puntales a la hora de aproximarse a lo mejor que los estudios han producido a lo largo de sus ocho décadas de existencia es, como decía, la calidad de su pátina visual.
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Ello no quita, no obstante, para reconocer algunos de los valores que la cinta supervisada por Ben Sharpsteen sigue atesorando hoy, setenta y dos años después de su estreno en el Broadway Theater el 23 de octubre de 1941. Entre ellos está, no cabe duda, lo iconográfico de su personaje principal, ese elefante de pequeña trompa, enormes orejotas y expresivos ojos azules que, como bebé que es, no emite ni una sola palabra a lo largo de todo el escueto metraje. Y es que, con sólo 64 minutos de duración, ‘Dumbo’ es el largometraje más corto de Disney y el que, a la postre, y gracias a la intención de Walt, resultó el más barato y rentable, ya que su inversión de 812.000 dólares se dobló en su breve vida en taquilla hasta el millón seiscientos mil de recaudación.
Volviendo a Dumbo, la estrella de la cinta, es incuestionable que las varias decisiones que se tomaron en torno a su diseño y “personalidad” redundan sobremanera en la rápida toma de cariño que el espectador de cualquier edad puede desarrollar. Y ese es quizás el mayor triunfo del filme, el que siendo niño puedas sentirte identificado hasta cierto punto con la historia de este “freak” ridiculizado por sus semejantes que encuentra su lugar en el mundo gracias a un don que nadie más tiene y que, una vez eres adulto, observes con ternura a un pequeño para el que Bill Tytla, el animador de él encargado, utilizó gestos de su hijo de dos años, dotando así al protagonista de una humanidad a prueba de bombas.
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Ahora bien, dejando de lado los logros alcanzados con Dumbo —logros que, por otra parte, ya se habían obtenido con cualquiera de los tres filmes anteriores—, es igualmente incuestionable, al menos para el que esto suscribe, que la simplicidad de que la cinta hace gala en términos generales en cuanto a su animación, con fondos poco o nada trabajados, abuso de silueteado o reducción a la mínima expresión de los humanos no redunda precisamente en beneficio de su valoración, como tampoco lo hace, en última instancia, lo escueto de su guión.
Vale que fuera intención del propio Disney el simplificar los parámetros en los que se habían movido sus filmes anteriores —que, excepto ‘Fantasía’ (‘Fantasia’, VVDD, 1940), tampoco es que se revistieran de una complejidad desmesurada— pero de ahí a ofrecernos una historia como la de ‘Dumbo’ hay mucho camino recorrido. Y por mucho que se pueda aducir que es una película de “dibujitos”, que es para niños, y cualquier otra disquisición de las que siempre se sacan a colación cuando se habla de cierto sesgo de la animación, es firme opinión del que esto suscribe que, con sus anteriores producciones, los estudios habían demostrado que se podía hacer un tipo de cine que huyera de ajustarse a un modelo de edad determinada.
Si a tan importante traspiés unimos las inevitables comparaciones entre Timoteo y Pepito Grillo —aunque bien es cierto que el primero actúa, aparentemente, por desinterés mientras que el segundo buscaba cierto reconocimiento por parte del hada azul— o el hecho de que, insistiendo en la línea experimental de ‘Fantasía’ se meta con calzador el variado número musical que surge de las visiones de Dumbo cuando se emborracha, no es de extrañar que este filme no se encuentre entre mis clásicos favoritos de unos estudios a los que, a partir de aquí, les costará casi una década remontar el vuelo.
Hay películas que sólo necesitan una premisa resultona para conseguir llamar la atención del público, siendo su auténtica calidad un detalle secundario. Uno de los casos más llamativos de los últimos años fue el de ‘Zombis nazis‘ (‘Død snø’, Tommy Wirkola, 2009), cinta que permitió alcanzar suficiente popularidad a su director como para dar el salto a Hollywood con la fallida ‘Hansel & Gretel: Cazadores de brujas‘ (‘Hansel and Gretel: Witch Hunters’, 2013). Sin embargo, Tommy Wirkola no ha dejado de lado a ‘Zombis nazis’ y ahora os traigo la prueba de ello, pues ya podemos ver el tráiler y el cartel de ‘Dead Snow: Red vs. Dead‘ (2014), su secuela.
En ‘Dead Snow: Red vs. Dead’ nos reencontraremos con el único superviviente de la primera entrega, quien tendrá que enfrentarse en esta ocasión a una horda de zombis aún mayor, pero para ello contará con la inesperada ayuda de un grupo norteamericano experto en acabar con muertos vivientes. En el tráiler podréis ver que no será la única ventaja con la que cuenta en esta ocasión. Su estreno mundial tendrá lugar durante el próximo Festival de Sundance y espero que su llegada a los cines españoles no se demore más de la cuenta.
‘El único superviviente’ (‘Lone Survivor’, 2013) es la última película dirigida por el actor Peter Berg —¿alguien se acuerda cómo Linda Fiorentino lo vacilaba cual pardillo en ‘La última seducción’ (‘The Last Seduction’, John Dahl, 1994)?—, quien se ha convertido en un efectivo, a veces, director de blockbusters. Mucho ha pasado desde el humor desatado de sus dos primeras películas, las mejores, ‘Very Bad Things’ (id, 1998) y ‘El tesoro del Amazonas’ (‘The Rundown’, 2003), desaparecido por completo en sus siguientes trabajos, más anodinos si así se quiere decir, con la excepción de ‘Hancock’ (id, 2007), probablemente su mayor éxito. En cualquier caso, el nervio de sus inicios no asoma ni de lejos en sus últimas muestras tras las cámaras.
La película producida por su estrella principal Mark Wahlberg, recoge un hecho real acaecido en Afganistán, lugar muy concurrido por el séptimo arte tras los atentados de las Torres Gemelas en el 2001. El caso que nos ocupa pretende convertir un film bélico en una cinta de acción pura y dura, pareciendo una mezcla de ‘Blak Hawk derribado’ (‘Black Hawk Down’, Ridley Scott, 2001) y ‘La noche más oscura’ (‘Zero Dark Thirty’, Kathryn Bigelow, 2012), quedando por debajo de ambas en todos los aspectos posibles. La lógica ración de patriotismo, que ya bañaba el anterior film de Berg hasta extremos insultantes, también baña la función, demasiado larga y falta de emoción en buena parte de su metraje.
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(From here to the end, Spoilers) ‘El único superviviente’ está escrita por el propio Berg a partir del libro de Marcus Luttrell, el Navy Seal que sobrevivió a una misión prácticamente suicida en el 2005 en una zona de Afganistán a la que fueron enviados cuatro hombres profundamente preparados para atrapar y matar a un jefe talibán. Mientras esperan el momento de actuar escondidos en el bosque, se topan con unos pastores a los que en un principio retendrán, y viendo que la misión está comprometida los soltarán con intención de volver a la base. Pronto se encuentran rodeados por talibanes que no les darán tregua. Mark Wahlberg, Taylor Kitsch, Ben Foster y Emile Hirsch dan vida al comando que se topará de frente con el peor día de sus vidas. Eric Bana, visto en el film citado de Ridley Scott, a su superior. En personajes secundarios militares reales, por aquello del realismo. Chorradas.
El film da comienzo con escenas de corte documental que muestran un entrenamiento de los Navy Seals y que, seamos sinceros, dan ganas de irse lo más lejos posible de semejante estilo de vida. Además de la típica propaganda sirve para prepararnos para lo que veremos a continuación, hombres preparados a conciencia de forma muy dura en ocasiones, absolutamente necesario, para soportar toda la furia talibán que vivirán en sus cuerpos en la segunda mitad de metraje más o menos, cuando la película verdaderamente empieza, tras poner a prueba la paciencia del espectador. El problema es que las consabidas escenas de acción —de impecable factura técnica—, en este caso tiroteos a mansalva, cansan por lo repetitivas que son, y que destacan únicamente por el impacto de bala que los protagonistas reciben, detalle éste muy revelador. Un soldado americano tendrá el mejor plano jamás visto mientras su honor de Navy Seal es mancillado por un proyectil enemigo. Los talibanes caen sin tanto ralentí.
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Uno de los aspectos más llamativos del relato es la misión en sí. Conozco muy poco de estrategia militar, pero lo mostrado en el film sólo puede indicar dos cosas, o el guionista no se ha molestado lo suficiente en plantear una situación creíble, o el que ideó la misión era tonto. Es como si se quisiese demostrar que los Navy Seal aguantan todo tipo de situaciones por difíciles o idiotas que parezcan, del mismo modo que se tiran un par de veces por barrancos recibiendo durísimos golpes en su cuerpo —por supuesto el ralentí ahí es aún más efectivo, y también gracioso—, a lo que hay que añadir balazos en la pierna, barriga, espalda e incluso cabeza, para acto seguido seguir disparado al enemigo. Por supuesto, los tres soldados caídos en combate mueren en instantes muy señalados presumiblemente emotivos y… exacto, a ralentí, que desde Willem Dafoe cayendo abatido en ‘Platoon’ (id, Oliver Stone, 1986) todo queda más bonito así.
Es una pena que el aspecto más interesante de la experiencia de Luttrell —muy mal herido, fue protegido por una tribu local que estaba enfrentada a los talibanes— no esté mostrada con mayor pasión por lo que se narra, desaprovechando intencionadamente el abrir el abanico hacia el interés común de los estadounidenses y los afganos de combatir a los terroristas talibanes. El paisaje —la película fue filmada en Nuevo México— podría haber estado mejor utilizado dramáticamente hablando, pero Berg nunca se ha caracterizado por unir a personajes y escenarios en armonía.
Las fotos de los verdaderos protagonistas de la historia, al final del film, reunidos con amigos o familiares, a mí me sirven únicamente para comprobar si los actores se les parecen o no, ya que el resto no me importa ni lo más mínimo.
El verano pasado salió a la luz el teaser de ‘Veronica Mars’ (id, Rob Thomas, 2014), la adaptación cinematográfica de la serie homónima de televisión iniciada en el 2004 y que tres años después se canceló, dejando a un montón de seguidores insatisfechos. Muchos de ellos promovieron una increíble campaña de financiación con la que llegaron a reunir seis millones de dólares para que la película se hiciese realidad. Y así fue. La misma fue filmada en 23 días entre junio y julio del 2013, y supone la primera película como director del creador de la serie Rob Thomas.
Jamás he visto un episodio de la serie ni me interesa. Las andanzas de la joven detective interpretada por Kristen Bell —que deduzco puede ser lo mejor del show— son admiradas por muchos que dicen que la serie tiene una muy buena atmósfera de Film Noir. No sé si creerme tal cosa porque lo visto en este típico tráiler que muestra más de lo necesario me parece absolutamente espantoso y no despierta en mí el más mínimo interés por ver la película, que llegará a las pantallas estadounidenses el próximo 14 de marzo.
A Bell la acompañan James Franco, Jamie Lee Curtis y Justin Long, entre otros.
Hace ya dieciocho años del estreno de ‘Antes de amanecer’ (‘Before Sunrise’, Richard Linklater’, 1995), una a priori modesta aportación cinematográfica a los intentos del medio por descifrar las claves de ese sentimiento universal conocido como amor. Su éxito comercial estuvo lejos de ser especialmente llamativo, pero no tardó en surgir un culto alrededor de la mágica noche que Jesse y Celine pasan juntos en Viena.
Nueve años tuvimos que esperar para conocer que había sido de ellos, queriendo la diosa fortuna que no se hubieran vuelto a ver desde entonces, pero la magia no tarda en reaparecer en una película en la que los diálogos vuelven a ser el principal punto de apoyo de la misma. Además, Ethan Hawke y Julie Delpy tuvieron en esta ocasión la posibilidad de participar en su guión, una de las claves para que los fans de la primera entrega también se rindiesen ante la genialidad de ‘Antes del atardecer’ (‘Before Sunset’, Richard Linklater, 2004). Ahora ha llegado el momento de descubrir cómo han evolucionado las vidas de Jesse y Celine desde entonces, pues ayer 28 de junio llegaba ‘Antes del anochecer’ (‘Before Midnight’, Richard Linklater’, 2013) a los cines de toda España.
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Richard Linklater tenía planeado un viaje por Grecia, Italia y España para decidir el país en el que se iba a ambientar ‘Antes del anochecer’ con una idea en mente: Encontrar un espacio que transmitiese la sensación de ser un hogar de escritores, ya que era uno de los lugares claves en el relato —toda la parte central se ambienta ahí—. Grecia fue su primera parada y tan encantado acabó con lo que encontró que canceló el resto de viajes, no tardando Hawke y Delpy en dar el visto bueno a su decisión. Y es que hablar de ‘Antes del anochecer’ como una película de Richard Linklater no sería del todo exacto, ya que sus dos protagonistas, como ya hicieron en ‘Antes del atardecer’, participaron activamente en la creación de la historia y, sobre todo, de los magníficos diálogos que vertebran la cinta.
Está claro que la trilogía ha acabado convirtiéndose en una certera crónica de la relación de una pareja, pasando de la fascinación inicial de ‘Antes de amanecer’ a esa breve fase en la que tanto Jesse como Celine están deseando en ‘Antes del atardecer’ que la otra persona tome la iniciativa que rompa ese escudo invisible que les impida iniciar una relación sentimental. La segunda entrega supo jugar con maestría la tensión que precedía a ese momento, negándonos abiertamente una resolución para la desesperación de todos los que estábamos esperando que vivieran felices y se atiborrasen de perdices. En ‘Antes del anochecer’ no quedaba otra que resolver esa duda, pero a cambio pasamos de la magia momentánea del amor a la dura realidad.
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Distanciándose de las andanzas románticas de Antoine Doinel y de los referentes que marcaron las dos primeras entregas, Linklater, Hawke y Delpy son perfectamente conscientes de los altibajos por los que pasa toda su relación, por lo que deciden echar la vista hacia títulos como ‘Dos en la carretera’ (‘Two for the Road’, Stanley Donen, 1967) o ‘Te querré siempre’ (‘Viaggio in Italia’, Roberto Rossellini, 1954) —mencionada de forma directa, aunque sin decir su título, en uno de los diálogos entre Jesse y Celine—. El cuento de hadas ha dejado su espacio a una longeva relación de pareja, dos hijas y la sensación de él de que debería prestar más atención al hijo que tuvo con su anterior esposa, algo que amenaza con distanciar de forma irremediable a nuestros dos protagonistas.
Una de las principales logros de Linklater como director de la trilogía ha sido el de optar por largos planos secuencia que potencian aún más la naturalidad y brillantez de los diálogos. Esto, como era de esperar, reaparece en ‘Antes del anochecer’, resuelto con especial brillantez en la escena en la que Jesse y Celine viajan en coche acompañados de sus dos hijas. Sí que hay más cambios de plano en las escenas en las que se comparte charla con más personajes —algo perfectamente comprensible— y quizá sean más abundantes de lo esperado en las sucesivas secuencias protagonizadas por ellos en solitario, pero nunca llega a producirse la sensación de artificio, es decir, que la conversación se haya interrumpido durante el rodaje.
Ethan Hawke y Julie Delpy han alcanzado tal sincronía con sus personajes que nosotros preferimos percibirlos casi como si fueran los protagonistas de un documental sobre su historia de amor. Los inmejorables diálogos también son parte clave de este milagro cinematográfico, ya que ‘Antes del anochecer’ reduce la magia del amor a pequeñas ráfagas para centrarse en unos sentimientos mucho más reales, donde también hay espacio para las discusiones. Esto puede desconcertar a los que busquen una mera repetición de las sensaciones transmitidas por ‘Antes de amanecer’ y ‘Antes del atardecer’, pero el encanto se mantiene, sólo que yendo un poco más allá en su exploración del amor. Y es que la vida real está muy lejos de asemejarse a los cuentos de hadas.
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‘Antes del anochecer’ no tiene porque ser la última vez que veamos a Jesse y Celine —hay varias opciones que se podrían explorar y todas darían de sí lo suficiente como para justificar su regreso—, pero a mí me parece el final perfecto para su apasionante relación y espero que la cosa se quede en la maravillosa trilogía en la que ha acabado convirtiéndose. La mejor película de lo que llevamos de 2013. Bravo.
A caballo entre el final de 2013 y el comienzo de 2014, esta sección que nos acompaña todos los domingos con lo último que se ha podido ver por la red en cuanto a cine, os trae hoy un menú variado en el que hay lugar para alguna que otra lista más de esas que tanto abundan en estos días por la red, una entrevista la mar de interesante, una noticia que se veía venir, un rumor con visos de certeza de esos que aún no es noticia pero tiene todo el potencial para serlo y el trailer de un proyecto que no deja indiferente. ¡Ah!, casi se me olvida, que los Reyes os colmen a todos de los regalos que esperáis.
Uno de nuestros usuarios más prolíficos en comentarios es el estimado Harry Powell, que en Tierra de Cinéfagos ha elaborado esta semana un par de entradas —aquí y aquí— con las diez mejores y las diez peores películas del 2013. Sabiendo de su buen criterio, recomiendo una visita a su más que acertada selección.
Siguiendo con las listas de resumen, y aunque desgraciadamente sea un aspecto que el cine está descuidando sobremanera en los últimos tiempos, nos gusta que haya todavía gente que se pare a apreciar lo que la música incide en las bondades de una propuesta cinematográfica. Ese es el caso de este artículo que Adriana Izquierdo escribe para Domingo de Cine y en el que se da cuenta de lo mejor que se ha podido escuchar en la gran pantalla durante el año pasado.
Aquí no hay lugar para gustos o filias y sí para datos objetivos. Estas son las diez películas más taquilleras de los últimos 365 días, y nos la traen los amigos de Un lugar llamado cine.
Ampliando la selección a muchas más de las propuestas que nos ofrecerá el 2014, aquí podéis encontrar el artículo que publiqué hace unos días en 1001 Experiencias sobre ese cine que nos espera en los próximos doce meses.
La hemos leído en No es cine todo lo que reluce, pero se puede encontrar en muchos sitios de la red: es muy probable que Kevin Smith ruede este año ‘Clerks 3’. Que ello sea motivo de celebración o no, ya dependerá de cada uno. Más datos, aquí.
Entrada numerada se hace eco de lo que ya se ha podido ver también en otros rincones de la red de redes: el difunto Paul Walker será retirado de ‘Fast & Furious 7’ (id, James Wan, 2015) de una manera que las esperanzas del estudio es que va a satisfacer los fans de la franquicia.
Con olor a Oscar por los cuatro costados, ‘Agosto’ (‘August: Osage County’, John Wells, 2013) es una de las cintas más esperadas de este mes de enero. En Sensacine lo saben y nos traen una espléndida entrevista exclusiva con su director.
Y, para terminar, un video perteneciente a un proyecto de Kickstarter lleva ya recaudado más del 200% de lo solicitado y que ha corrido como la pólvora estos días atrás, dejando claro que, en el cine, la imaginación es el techo. Pasen y vean:
Como siempre, os recuerdo que podéis enviarnos sugerencias para el post de la semana que viene entrando en nuestro formulario de contacto. Gracias.
La entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial provocó, como ya dijimos en el anterior artículo de este especial Disney, que los ojos del país miraran hacia Europa y, en mayor o menor medida, desviaran momentáneamente su atención del entretenimiento que proponía el séptimo arte. Y si las audiencias de ‘Dumbo’ (id, Ben Sharspteen, 1941) no habían llegado a ser las esperadas —aunque la cinta lograra casi duplicar el presupuesto—, otro tanto iba a ocurrirle a ‘Bambi’ (id, David Hand, 1942), adaptación del cuento homónimo escrito por el austríaco Felix Salten que, al contrario que el filme del elefante volador, que la productora había desarrollado como vimos en poco más de un año, llevaba cinco largos años completándose en la “casa de Mickey Mouse”.
Durante ese tiempo, en el que la compañía produjo tres de sus cuatro primeros filmes, los animadores de Disney alternaron los dibujos de esta historia de infancia y madurez a través de los ojos de un ciervo con los del niño de madera, los cortos musicales que componían el concierto animado que fue ‘Fantasía’ (id, VVDD, 1940) y la citada ‘Dumbo’, y sólo pudieron llegar a centrarse por completo en el acabado del largometraje que hoy nos ocupa después del estreno de éste último, quedándoles menos de un año para completar la titánica tarea que fue animar al bosque y los animales en dónde transcurre la cinta.
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Y es que si hay algo que diferencia de forma radical a ‘Bambi’ de ‘Dumbo’ eso es su portentosa animación. Ya hablábamos la semana pasada de la parquedad de la que ésta había hecho gala al haber levantado Disney su cuarto largometraje en un tiempo récord, afectando la premura de su producción tanto a unos fondos que deslucían el conjunto como al diseño de la práctica totalidad de los personajes que poblaban la función a excepción hecha del elefante y de Timoteo, el ratón que hacía las veces de Pepito Grillo de la función, siendo especialmente significativo el abuso de las siluetas y la nula definición de muchas de las figuras humanas.
Pero eso no sucede en ‘Bambi’, y si bien el quinto clásico de la compañía adolece de severas carencias en otros terrenos que después pasaremos a analizar —aunque bien es cierto que no hace falta ser adivino para saber dónde residen éstas y hasta qué punto atenúan el potencial del filme—, estas no son achacables a un acabado visual que asombra del primer al último plano por su belleza sin par. Responsables de ello son, como decía, tanto lo que compete al diseño del bosque en el que los protagonistas habitan, como aquello que descansa sobre los varios entrañables personajes que, con el tiempo, se han convertido en iconos indiscutibles de la compañía.
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Con respecto al primero, hay un nombre cuyo protagonismo resultó decisivo para que el realismo que alcanza la cinta en la descripción del entorno natural donde tiene lugar la acción sea de tan inusitada fuerza: Tyrus Wong. El trabajo del artista chino-norteamericano, que combinaba la rápidez de las aguadas con el carácter contemplativo de la pintura oriental, fue el que terminó por dotar a ‘Bambi’ del personalísimo estilo que lucen sus fondos, produciendo en los tres años que estuvo a bordo de la realización de la cinta centenares de pequeñas guías que los animadores del estudio utilizaron como si de una Biblia se tratara.
Pero, como ya le había pasado a Gustaf Tenggren —cuya participación en ‘Bambi’ fue rechazada por la complejidad de plasmar el detallismo de sus ilustraciones— antes que a él, el abandono de la compañía antes de que se completara la producción provocó airadas miradas por parte de Walt Disney hasta tal punto que en los créditos de la cinta figura tan sólo como uno de los responsables de los fondos, negándosele el reconocimiento por la vital relevancia que su trabajo comportó para una película que no hubiera sido la misma sin su determinante papel en la concreción de ese mundo dinámico, lleno de fuerza, de dramática iluminación, un mundo lleno de contrastes que, en palabras del artista “intentó crear la atmósfera, el sentimiento del bosque”. Huelga decir que lo consiguíó, y buena prueba de ello es, qué duda cabe, la asombrosa secuencia del incendio.
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La otra gran característica de ‘Bambi’ es el soberbio diseño y animación que el equipo del filme hizo del ciervo protagonista, del simpático Tambor, de la entrañable mofeta que es Flor, del señor Búho y, en términos generales, de todos los animales que, en un momento u otro, pululan por la pantalla. De entre todos ellos cabría destacar tanto al protagonista, que ya en sus primeros pasos, ya en su edad más adulta, captura con precisión los movimientos reales del animal que representa, como a ese simpático conejo —invención de los responsables de la cinta, ya que no aparecía en el cuento de Salten— que es, sin duda alguna, uno de los más reconocibles personajes de cuántos han pasado por una producción de la compañía.
Aunque creo que no se puede debe llegar a afirmar que los cambios realizados con respecto al cuento original sean los responsables de lo escueto del guión del que hace gala ‘Bambi’, resulta inevitable pensar que otra suerte habría acompañado al discurrir de la historia si ésta se hubiera ceñido más al relato de Salten, respetando algunos parámetros de éste que, ignorados, simplifican aún más los postulados del sencillísimo hilo argumental —hay quien diría que más que sencillo es simple y ramplón— que sostiene setenta minutos de metraje que en no pocos momentos se hacen eternos: el lento avanzar de los acontecimientos, y el poco interés que revisten en términos generales, provoca que ‘Bambi’ quede muy lejos de lo que las anteriores cintas de la casa habían aportado en términos narrativos, siendo quizás este clásico el que peor ha envejecido del quinteto original.
(Es conocido por todos, pero aún así, cuidado con el mega spoiler) Ello no quita, no obstante, para que gracias a una banda sonora prodigiosa que encuentra uno de sus más álgidos momentos en la canción que acompaña a las lluvias primaverales, y a ciertos momentos puntuales, ‘Bambi’ se haya terminado convirtiendo generación tras generación en uno de los títulos más queridos de la compañía. Y en este hecho tiene muchísimo que ver una escena en concreto que forma parte indeleble de la historia del séptimo arte, la de la muerte de la madre del protagonista, un momento terrible cargado de tintes trágicos que permanece imborrable más que cualquier otro de la cinta en cualquiera que la viera siendo niño y que con el tiempo ha terminado formando parte de la cultura popular trascendiendo así el mero hecho cinematográfico.